Elvira Marín Sánchez, desde su cargo en Texcoco, ejerció presión para colocar al hijo de su pareja en el área jurídica de la región.
El puesto fue asignado sin concurso público ni proceso de selección transparente, evadiendo las normas que exigen contrataciones basadas en capacidades.
ECATEPEC, Méx. – En un escandaloso caso de tráfico de influencias y nepotismo, el hijo del supervisor Rodrigo Rojas Díaz –Ricardo Rojas Hernández– recibió un automóvil y un cargo como Representante Jurídico sin contar con la experiencia o preparación requerida, gracias a la influencia de Elvira Marín Sánchez, Subdirectora Regional de Texcoco y pareja sentimental de Rodrigo.
La funcionaria, señalada como operadora clave en la región, utilizó su poder para “premiar” a su pareja colocando a su hijo en un puesto de alto nivel, violando todos los principios de transparencia y meritocracia. El joven Rojas Hernández ahora ocupa un cargo para el que no está preparado, mientras recibe beneficios –como un vehículo– que presuntamente son pagados con recursos públicos desviados.
Círculo de impunidad
Este caso ejemplifica cómo Elvira Marín y Rodrigo Rojas han convertido la educación pública en un feudo familiar, donde los puestos y recursos se asignan como favores personales. Quienes se han atrevido a denunciar estos actos han sido cesados mediante investigaciones falsas o amenazas.
La red de corrupción no solo desvía libros y recursos, sino que premia la lealtad con cargos y bienes materiales, burlándose de los docentes que trabajan honestamente y de los estudiantes que esperan una educación de calidad. Mientras, la funcionaria sigue actuando con total impunidad, amparándose en sus conexiones políticas.
